Og Mandino es cosa seria. Seguro has oído hablar de él. Autor de «El vendedor más grande del mundo«, ha sido un verdadero influencer de varias generaciones de máximos directivos a nivel mundial. Pero como su libro fue publicado en 1968 y está escrito a modo de fábula de autoayuda, tendemos a desvalorizar sus consejos.
Sin embargo, Mandino aporta un material excelente para la reflexión. En este post hablaré solo de la primera de las diez enseñanzas fundamentales del libro que, de interiorizarlas, nos convertirían en un gran vendedor.
Dice el autor: “¿Cómo me convertiré en el vendedor más grande del mundo? Comenzaré mi viaje sin el estorbo de los conocimientos innecesarios o la desventaja de una experiencia carente de significado«. Y, por mi parte, esta frase ya es suficiente para que este libro valga la pena.
¿Qué pondría yo dentro de los estorbos? Telediarios/noticieros, cotilleos/chismes, discusiones políticas, redes sociales, docenas de grupos de Whatsapp, conversaciones basadas en la queja o la crítica, etc. Para vender, y para realizar cualquier tarea que exija esfuerzo, necesitamos comenzar con una mente optimista y limpia de esos contaminantes.
¿Cuál sería la gran desventaja a la que se refiere el autor? La falta de un propósito. Toda actividad pierde su sentido si no logramos conectarla con algo que la trascienda, con un objetivo capaz de hacernos levantar por la mañana sabiendo lo que debemos hacer y con ánimo suficiente para ello.
En el mismo capítulo, Mandino desarrolla otras tres ideas poderosas:
- la definición de éxito/fracaso,
- la ventaja de basar la conducta en principios y valores y
- la necesidad de reformular nuestros hábitos.
Sobre este último punto dice que nuestras acciones son gobernadas por la pasión, el prejuicio, la avaricia, el ambiente y por el peor de los tiranos: el hábito. Por tanto, en tanto esclavos, es mejor elegir serlo de los buenos hábitos y descartar el resto.
Este cierre me parece perfecto, porque nos advierte de la falacia de creernos libres cuando hacemos lo que sentimos. Quien actúa de ese modo, sin saberlo, es esclavo de sus pasiones. Por el contrario, un hábito reformulado racionalmente nos demandará un sacrificio inicial y nos compensará con grandes beneficios a mediano y largo plazo.
En resumen, si combinas estas valiosas enseñanzas con la bibliografía científica que las respaldan a día de hoy, podrás transformar por completo tu forma de trabajar y de vivir:
- Elimina los estorbos de tu vida, los contaminantes (redes, noticias, cotilleo, quejas, etc.). El que se queja no vende.
- Evita la desventaja de la falta de significado, desarrolla un propósito. Tu trabajo debe formar parte de ese propósito.
- Para cambiar tu realidad, transforma primero tus hábitos. “Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacerte la cama”, en palabras del popular mensaje del coronel McRaven.